Siempre me gustó Alicia en el país de las maravillas. Denante caminaba por la calle y unos niños jugaban fascinados con un montonsito de tierra y autos de colores. Recordé cuando me gustaba comprar en un negocio cercano, porque había una estructura de fierro pequeñita pequeñita que parecía una mesa, pero en versión ini piñi; alucinaba y tenían que sacarme a la fuerza de ahí, porque imaginaba la gente pequeñita corriendo por todos lados.
Tal vez ahora que soy medianamente grande padezca del síndrome de Alicia en el país de las maravillas… siempre he creído que las cosas no son lo que parecen y algo ha de tener el café que me produce migraña y palinopsia.
“Aprende a dudar, y acabarás dudando de tu propia duda.”
Antonio Machado
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