viernes, 26 de febrero de 2010

"El poeta debe saber andar sobre sus pasos y borrar sus propias huellas - Juan Luis Martínez"

"Me complace irradiar una identidad velada como poeta; esa noción de existir y no existir, de ser más literario que real", confesó en su última entrevista.

En La nueva novela, obra paradigmática de la neovanguadia poética chilena, J. L. Martínez anticipa la escritura hipertextual, bajo el soporte de un libro para armar, desentrañar, recorrer, en algún sentido completar o construir, esto a partir de las tareas poéticas que aparecen allí prescritas, o los diversos enlaces con los que están tejidos problemas de física y matemática con otros de gramática, sintaxis e incluso ética.

Es imposible reseñar todos los juegos fantásticos del pensamiento, de la palabra, del contexto tipográfico y autoral, que esta obra nos presenta. Los textos de La nueva novela tienen la estructura del problema lógico, físico o matemático, con un espacio en blanco para su resolución, o con la solución misma al pie de página.

La nueva novela es el libro sueño, el libro utopía, el libro total. Allí, el lenguaje poético se cruza con la filosofía, la lingüística y las matemáticas. Muchos poemas parecen adivinanzas o problemas aritméticos. Un ejemplo: "Comúnmente suele decirse que 'el tiempo es oró. Haga el cálculo en dólares". El texto es intervenido con citas de autores, imágenes de personajes célebres, collages y artefactos hechos por él mismo, como unos anzuelos aplanados con alicate. Lo terminó en 1971, pero tras ser rechazado por Editorial Universitaria, lo archivó unos años. Finalmente, lo autopublica en 1977.Al año siguiente, edita La poesía chilena, otro libro objeto.

La nueva novela genera perplejidad en el lector, quien ya desde la portada enfrenta imágenes de casas derrumbándose, para luego adentrarse en un territorio movedizo que deshabitúa su tradición de lectura; tachadura de la autoría, las señales descriptivas e ilustrativas de la solapa son reutilizadas con la formulación de un silogismo que pone en movimiento otra noción sobre la legibilidad del texto el de armarlo como una interrogación y una combinación de una suma de textos: en la paráfrasis kriteviana todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es la absorción y transformación de otros textos.

Cada una de las partes de La nueva novela puede ser considerada como un todo, porque cada una de ellas obedece a ese sentido que le da constitución a un poema; pero, a su vez, todos ellos son fragmentos de esa totalidad que es el libro mismo, el que se construye en su contenido como un sistema de referencias, las que operan permanentemente en todas direcciones. Es por eso que se puede hablar tanto de obras como de una sola obra, primando este último sentido que es el libro como institución o, más precisamente, como sistema.

Juan Luís Martínez, de este modo, desacraliza el concepto de originalidad tomando múltiples textos –ajenos y propios– haciendo una obra “original”. La tendencia natural es esconder la fuente. Cuanto más importante es la fuente, más fuerte la tendencia a esconderla. Juan Luís se burla de eso y refiere la fuente; hecho en el que hay algo más que gran honestidad. Aquí esta presente la idea de que la literatura es un gran texto –hipertexto– en el que cada individuo se inscribe.

Por ello Juan Luís Martínez pareciera ser tan sólo un “nombre-pretexto”, tras el cual sólo hay un espectro. J. L. Martínez sentía que no era dueño del lenguaje que componía su obra, y por eso tachaba su nombre. Decía: “no soy yo el autor de nada, el lenguaje le pertenece a todo el mundo, yo sólo lo ordene de una manera, pero esto lo podría haber hecho cualquiera”.

El mismo Juan Luís escribe su propio nombre, pero luego lo tacha, lo elimina, lo borra: el sujeto desaparece, el ego no tiene cabida posible. La nueva novela es una obra plural escrita por muchos, como en tiempos medievales. El ideario poético con el que J. L. Martínez aparece comprometido es el de emanar una identidad velada, en sus palabras “no sólo ser otro sino escribir la obra de otro”. Esto conduce, como he señalado, al extremo de la tachadura de la autoría. Un nombre es tachado por otro nombre (una existencia sobre otra) y así sucesivamente.

En el acto de tachadura de la identidad hay una negación de la autoría, del que escribió y armó todos los discursos, lo que, finalmente, produce un quiebre al estatuto de la autonomía del arte.

Es así como la reconfiguración del concepto de autor, bajo el de escritura cooperativa, evita la hipostación de remitir el texto a una figura fantasmagórica –la del autor– que se encuentra fuera de él (del texto) y lo precede. Punto de vista que generaba esa apariencia de personalidad, que creaba la ficción de poder sacar o derivar una personalidad a partir –o como soporte de los textos–, creyendo hallar en ello una prueba de que existe una personalidad unificada “detrás” o “dentro” de los textos o incluso “implícita”.

Fuente Texto: http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl











1 comentario:

CRACY DIAMOND dijo...

Estoy leyendo tu blog
Salu2.